1. Escribe tilde en las palabras que
lo necesiten.
•
reunión • ciempiés • ecuánime • samurái • náutico • raído • paipái • prohíbo•
buey • sorteo • geiser • búho• renunciáis • área • esperáis • ciénaga• bonsái •
acuático • concienciar • peinado• diurno • triunfo • día • contribuir• murciélago
• huésped • acción • farmacéutico• venían • deuda • prohibir • composición• convención
• dieciséis • tráiler • veintiún• zanahoria • alfeizar • monstruo • vais• hueco
• clausula • ecuánime • geómetra
2. Pon tilde en las palabras que lo
necesiten.
Si
traéis las notas el día dieciséis, os las firmare.
•
En el viaje conocí a dos bilbaínos simpatiquísimos.
•
Realmente, no entenderé nunca su afición a los deportes acuáticos.
•
La poética es la ciencia que se ocupa de la naturaleza y principios de la expresión
literaria.
•
El crucero me pareció precioso, un auténtico deleite.
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Los químicos elaboraron un informe basado en datos reales del experimento.
•
Recorta los anuncios del periódico.
•
Ha hecho un álbum de fotografías.
La
justificación de las respuestas del huésped había que encontrarla en lo
ocurrido.
•
La obra de teatro es interminable.
•
Me gustaría saber el horario de cierre de la sala.
•
Me han prohibido hablar del tema; cuando pueda, te lo diré.
•
El vuelo está completo y tienes que esperar hasta que cierren los billetes.
•
Los espectadores pedían que repitieran las canciones.
•
Los muelles parecían sucios, pero era por culpa del hollín.
3. Escribe tilde en las palabras que
lo requieran.
El artefacto
Aquel
artefacto tenía toda la pinta de no funcionar.
Había
sido construido con mucho esmero, pero no había ni un solo tornillo que
pareciera correctamente ajustado, ninguna tecla que aparentara cumplir su función
y ningún panel que estuviera correctamente situado.
Su
creador, Inventorius, aficionado al cultivo de bonsáis, aseguraba que aquel
aparato era capaz de suplantar el trabajo de cualquier trabajador oficial de la
poda y cultivo de jardines. Pero había gente que no lo creía.
No
era únicamente el aspecto de aquel armatoste lo que inspiraba desconfianza,
sino también el hecho de que los cálculos de Inventorius nunca daban resultado.
En
épocas pasadas había inventado un cepillo que peinaba con rizos, pero el
sistema de espiral que había tenido que utilizar acababa enredándoles el pelo a
los posibles usuarios.
Después
trato de idear un modelo de aparcacoches para que nadie tuviera que sufrir los
problemas de la falta de espacio, pero el artilugio no hacía más que fallar y
solicitaba constantemente la identificación del usuario, hasta que la maniobra
se convertía en algo complicadísimo.
El
último invento era este extraño artefacto para el cuidado de jardines… y estaba
seguro de que funcionaría.
Esta vez seguro que tendría éxito… Tenía
que tenerlo. Y dejaría a todos con la boca abierta… ¿O no?
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